lunes, 28 de febrero de 2011

FILLOAS (CREPES)

Whole Kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de Febrero nos invita a preparar un clásico de la gastronomía francesa, Crepe.

Y tengo que añadir que también de la gastronomía gallega: las filloas.

Las filloas sueden prepararse tanto dulces como saladas,  rellenas o simplemente espolvoreadas con un poco de azúcar... riquísimas.

Sin dudalo mejor de las filloas es "robar" una de vez en cuando del plato donde se van poniendo al hacerlas... Normalmente llegan sólo la mitad a la mesa, es imposible resistirse ante una filloa recién hecha humeante y blandita...mmmm!

Me ha gustado que el círculo propusiese esta receta. Es una de esas que preparo desde hace muchos años y que suelo hacer totalmente a ojo, así que esta vez aproveché y pesé los ingredientes.
Aquí os los dejo, salieron unas 14-15 grandecitas, casi como un plato llano.

Ingredientes:
- 3 huevos grandes
- 225 ml de leche
- 175 ml de agua
- 250 gr de harina de trigo
- mantequilla (un cubo de 2 cm de lado)
- una cucharada sopera de azúcar
- media cucharadita de sal



La receta es de las más sencillas que puede haber: derretirmos la mantequilla en el microondas y ponemos todos los ingredientes excepto la harina en un bol y los mezclamos (a mano o con la batidora).

Añadimos la harina, y volvemos a mezclar.

Dependiendo del tamaño de los huevos, podemos necesitar un poco menos o un poco más de harina. Esto sólo nos lo da la experiencia.
Lo bueno es que sobre la marcha podemos rectificar la masa: añadir un poco más de harina o un chorrito de leche, según lo que queramos conseguir.

Cuanto más líquida esté, más finas podremos hacerlas (a mi me encantan finísimas), pero también más difíciles de hacer son.

Lo ideal es que una vez hecha la mezcla (en mi casa de toda la vida se le llama amoado), la dejamos reposar una media hora.
En invierno vale a temperatura ambiente, pero si las hacemos en verano, mejor la metemos en la nevera.
Si las vamos a tomar de postre, podemos preparar el amoado justo antes de comer, y dejarlo reposar hasta la el momento de hacerlas.

Porque eso si,  para ami gusto tienen que estar recién hechas. Tenemos que esperar nosotros a las filloas, y no ellas a nosotros.
En cuanto pasan unos minutos, se quedan un poco duras e insípidas.

Para hacerlas, ponemos una sartén o una crepera a fuego fuerte.

Dejamos caer unas gotitas de aceite de girasol, y con un papel de cocina lo esparcimos bien.

Cuando empiece a humear, con un cucharón vertemos la cantidad justa para cubrir la base de la sartén.

Yo lo hago así: cucharón con el amoado en la mano derecha. Sartén en la mano izquierda, levantada del fuego.
Voy vertiendo poco a poco y girando la sartén, para que se reparta lo más rápido posible y quede muy fina.

La vuelvo a poner al fuego, y cuando veamos que ya no queda mezcla cruda en la superficie, con cuidado de no quemarnos cogemos la filloa por un borde y le damos la vuelta en un movimiento rápido y seguro.
Las primeras veces podéis probar con una pala o una cuchara de madera, pero enseguida le cogeréis el tranquillo y os saldrán de maravilla.

Según las vamos sacando de la sartén, las vamos poniendo en un plato y rápidamente espolvoreamos una cucharadita de azúcar. Tapamos con otro plato para que no enfríen.

Por  una de las caras (la primera en pasarse) quedan muy lisitas y homogéneas, mientras que por la otra quedan más rugosas y con puntitos tostados.
En la fotos anteriores creo que se aprecia bastante bien.

Yo normalmente no necesito volver a poner aceite en la sartén, pero si vemos que se pega la masa, podemos hacerlo cada 2 o 3 filloas sin problema.

Como os decía, como mejor están es recién hechas,mmmm! Nosotros las ponemos en el centro de la mesa, y cada uno va cogiendo una y adaptándola a sus gustos: tal cual, con un poquito más de azúcar, con fresas y nata, mermelada, miel y nueces, helado  de chocolate y plátano... aquí si que hay infinidad de variantes!

Como tienen un sabor bastante neutro, quedan genial con cualquier acompañamiento! Mis favoritas, sin duda, son las de azúcar y las rellenas de fresa y nata montada. Irresistibles!

viernes, 18 de febrero de 2011

PASTA FRESCA AL HUEVO

Whole Kitchen en su Propuesta Salada para el mes de Febrero nos invita  a preparar todo un clásico de la gastronomía italiana, Pasta Fresca.

Si alguien hace un par de años me llega a decir que iba a acabar haciendo pasta fresca en casa, lo tomaría por loco... y ahora aquí estoy, ¡con maquinita y todo!

Me gustaría saber cuantos kilos de pasta he comido en mi vida... muchísimos, sin duda! Es mi comida favorita, así que cae al menos una vez a la semana... a veces dos.
Si viviese sola, posiblemente serían tres.

Esta es la receta más básica de pasta fresca al huevo, pero pueden añadirse un montón de ingredientes distintos para hacer pasta de sabores (¡y colores!): tinta de calamar, espinacas, remolacha,...

La primera vez que hice pasta en casa (hace unos meses) me encantó, y eso que era amasijo de tallarines gordos y un poco pegajosos. Aún así me parecieron un éxito.

La segunda vez ya me quedó bien, y desde entonces siempre perfecta, una vez que das con la proporción de humedad de la masa es súper sencilla de hacer.

Al parecer es bastante fácil de hacer también sin la máquina, estirando con un rodillo la masa hasta dejarla bien fina. Así que si os llama lo de hacer pasta fresca que no os eche para atrás lo de no tener maquinita (que no deja de ser como un rodillo a manivela).

Ingredientes (por persona):
- un huevo
- 100 gr de harina

Para acompañar:
- espárragos trigueros
- champiñones frescos
- langostinos
- salsa de soja

Como véis, los ingredientes no pueden ser más sencillos: un huevo y 100 gramos de harina por persona.

Hacemos un volcán con la harina, y añadimos el huevo en el centro (yo lo bato siempre antes, para que quede bien repartido).
Amasamos bien, hasta que la masa absorba toda la harina.
Como toda la humedad la aporta el huevo, depende mucho del tamaño del mismo la cantidad de harina.
Si el huevo es pequeño, pondremos 90 gramos de harina, y si es muy grande, unos 110.
Tiene que quedar una masa húmeda pero no pegajosa, si está pegajosa es imposible de estirar.
Hacemos una bola con ella y la envolvemos en film. Dejamos que repose media hora (si hace calor, mejor en la nevera).
Pasado este tiempo, la sacamos del film y la espolvoreamos con harina.

Ponemos la máquina en la posición con los rodillos más separados (en la mía, nº 1), y pasamos la masa.

Espolvoreamos con un poco más de harina, y retiramos el exceso pasando la mano o un pincel.
Doblamos en dos, y volvemos a pasar por la máquina en la misma posición. Repetimos 3 o 4 veces.

Una vez la hayamos pasado estas 3 o 4 veces, vamos reduciendo el espesor (como máximo de 2 en 2 posiciones) pero sin doblar la masa.
Yo  como os decía suelo dejarla muy fina, en la última posición de la máquina.

Es importante espolvorear con harina si vemos que le hace falta, para que quede muy fina y nada pegajosa (fue lo que falló la primera vez que la hice).

Vamos haciendo láminas de pasta, y las ponemos sobre la encimera enharinada o sobre un paño limpio también espolvoreado con harina.

Cuando tengamos toda la pasta estirada, cambiaremos la manivela de rodillo, para cortarla en tallarines o espagueti, como prefiramos.

Según vamos cortando cada lámina de pasta, ponemos los tallarines a secar sobre un secador especial de pasta de madera o, si no tenemos, como en mi caso, sobre un palo de escoba bien limpio apoyado en dos respaldos de sillas.

Sólo unos minutos, mientras recogemos y ponemos a calentar el agua es suficiente.

Para cocerlos ponemos una olla grande al fuego con agua y sal.

Cuando hierva a borbotones introducimos la pasta. El tiempo dependerá de lo fina que sea, pero si como yo hacéis la más fina, con un minuto es suficiente.
Queda súper bien, blandita pero sin romperse... rica, rica!

Para hacer el acompañamiento empezaremos salteando los ingredientes en orden, según necesiten más o menos tiempo de preparado: trigueros, champiñones, y por último los langostinos.

Cuando esté listo, añadimos salsa de soja y la pasta y removemos bien, para que la pasta coja todo el sabor.

Así de fácil! Y si como yo sois un poco ratoncitos, podéis añadir un poco de parmesano rallado, aunque no es imprescindible.

Fijaos lo finos que quedan los tallarines aún después de cocidos:

sábado, 12 de febrero de 2011

HAMBURGUESAS CASERAS (II)


¡Como me gusta hacer pan! Manipular la masa, darle forma, hornearla... y al final,  disfrutar del resultado! Es casi como un truco de magia.

Esta es una receta que vi en el blog de Eva, Ma Petite Boulangerie. Supongo que la mayoría ya lo conoceréis, pero a los que no, os recomiendo pasaros por su horno... es impresionante, hace unos panes inmejorables y súper variados. Me encanta vistitarla!

Eva en la entrada de los panecillos dice que no hay dos sin tres... pues a ver si es cierto! Estas son mis segundas hamburguesas, así que seguro que habrá unas terceras.

Ya os lo comentaba en las otras, el pan de hamburguesa hecho en casa es inmejorable. Queda blandito pero consistente (no se rompe aunque se humedezca), súper blanquito y esponjoso por dentro...mmm! Me dan ganas de hacer mañana otra hornada!

Con estas cantidades que os pongo hice 4 panes grandes y 4 pequeños, si fuesen todos grandes saldrían 6 de unos 140 gramos.

Ingredientes:
Para los panecillos:
- 250 gr de leche entera
- 10 gr de sal
- 1 huevo grande
- 50 gr de mantequilla
- 500 gr de harina de fuerza
- 1 sobre de levadura seca de panadero o 25 gr de fresca
- 15 gr de azúcar
-Opcional: semillas de sésamo, de amapola,...

Para rellenarlos:
- hamburguesas
- queso camembert
- mermelada de mora
- rúcula
- salsa césar

Empezaremos haciendo los panecillos.  Yo como casi siempre últimamente, la hice en la panificadora, pero os digo también como hacerla a mano.

Si hacemos la masa en la pani, introduciremos los ingredientes en este orden: leche, sal, huevo batido, mantequilla fundida, harina, levadura y azúcar.
Ponemos el programa masa (en la mía tarda 1:50 horas), y a esperar.


Si la hacemos a mano, empezaremos por tibiar la leche, pero que no se caliente demasiado para no matar la levadura.

Deshacemos en ella la levadura, y añadimos también la mantequilla para que se funda.
Seguimos con el azúcar, el huevo batido, y por último la harina de fuerza y la sal (estas dos últimas mezcladas).

Amasamos al menos 10 minutos, y ponemos la masa en un bol enharinado tapada con un paño para que leve.Como ya os dije otras veces, yo la pongo siempre encima de la tele encendida, sube genial.

También podemos ponerla en el horno apagado precalentado a 50º, no más.
La dejamos al menos una hora, hasta que duplique su volumen.


Cuando la masa haya fermentado, sobre la mesa o la encimera la boleamos o le damos un pequeño amasado, y la cortamos en trozos para hacer los bollitos.
Yo esto lo hago siempre pesándolos, para que sean todos iguales y no queden unos más pasados que otros al hornearlos.
En este caso eran de 140 gramos los grandes, y 65 los pequeños.

Hacemos los bollitos y los ponemos sobre la bandeja en la que los hornearemos, bien separados porque aún les queda otro levado y el horneado, en el que siguen creciendo.

Los ponemos en un lugar sin corrientes y a poder ser calentito (en este paso si que los meto en el horno a 50º).


Pasada más o menos una hora, ya habrán crecido bastante. Los sacamos del horno, y lo subimos a 180º.

Pincelamos los bollitos con agua, y si queremos los espolvoreamos con semillas de sésamo, amapola, ... o "al natural".
Yo hoy les puse semillas de amapola, las compré la semana pasada y tenía ganas de probarlas. Me encantaron, creo que las voy a usar bastante.

Los introducimos en el horno unos 18-20 minutos, hasta que estén doraditos y al tacto se note que están listos.

Los sacamos y los dejamos enfriar sobre una rejilla. Con unos minutos es suficiente, si están calentitos la hamburguesa queda incluso más rica.

Para rellenarlo, vamos haciendo la carne de hamburguesa a la plancha o a la parrilla, y mientras tanto preparamos el resto de ingredientes.

Son todos ingredientes con bastante "carácter", pero a mi me encanta como combinan todos juntos.


Untamos la base del panecillo con salsa césar (no mucha, para que no mate el resto de sabores).

Ponemos sobre ella la carne, unas rodajas de queso camembert, mermelada de mora o frutas del bosque (en este caso es mermelada casera de mora ), y un buen puñado de rúcula.

Tapamos con la otra mitad del panecillo, acompañamos con un refresco frío con hielo y unas patatas fritas... y a morir de placer!

sábado, 5 de febrero de 2011

CORAZÓN DE... ¡GALLETA!


Hola, corazones! ;-) Otra de galletas! Me encanta hacer galletas, creo que se nota!

Tenía estas fotos en una carpetilla esperando a que llegase el mes de febrero para ver la luz desde hace unos meses. 
Nunca celebramos el día de los enamorados (la verdad es que no celebramos casi nada, ahora que lo pienso.) Lo nuestro es celebrarlo todos los días y darnos pequeños homenajes como estas galletas "amorosas" cualquier día del año.

Estas las hice en noviembre, con unos restos de masa de un experimento que hice para halloween (al final de la entrada os pongo una fotito).

Creo que es ya la tercera o cuarta vez que publico la misma receta de galletas, pero es que me encanta esta masa.
Es muy fácil de trabajar, está buenísima, y además las galletas se conservan perfectamente un montón de días.

Cuando me vi con los restos de masa de estos 3 colores, enseguida me acordé de las galletas de San Valentín de Gabriela Clavo y Canela. Es una verdadera artista, os recomiendo una visita a su blog.

Las suyas son un poco más elaboradas, pero yo como tenía poquita masa (sólo hice estas galletas que salen en las fotos), las hice muy sencillitas.
¡Ideales para alguien que nunca ha hecho galletas  y quiere iniciarse en este mundillo!

Ingredientes:
Para las galletas:
- 225 gr de mantequilla
- 220 gr de azúcar
- 1 huevo grande
- media cucharadita de sal
- 450 gr de harina de repostería
- alguna esencia (almendra, vainilla, limón,...) (opcional)

Para la glasa:
- 1 clara de huevo
- 200 gr de azúcar glas
- una pizquita de cremor tártaro (opcional)

En un bol ponemos la mantequilla (que estará a temperatura ambiente) y el azúcar y mezclamos hasta conseguir una textura esponjosa y fluída.

Puede hacerse "a mano o a máquina", yo esta vez lo hice con la batidora de varillas.

Añadimos el huevo batido y la esencia (si le ponemos, a mi me gustan con esencia de limón), y seguimos mezclando hasta que estén perfectamente integrados.

Añadimos la harina y la sal tamizadas, y removemos bien. Al principio se puede hacer con una cuchara, luego os aconsejo directamente mezclar con las manos, ya que la masa queda bastante dura.

Para hacer la masa de 3 colores como en este caso, cuando está lista la dividimos en 3 partes: a una de ellas le ponemos cacao en polvo, a otra colorante en gel de color rojo, y la tercera la dejamos tal cual está.

Hacemos una bola con cada masa, la envolvemos en papel film para que no se seque y la metemos en la nevera una horita (o más, sin problema).

Pasado este tiempo, extendemos la masa y la cortamos con un cortapastas, un vaso, a cuchillo...como prefiramos, van a estar muy ricas igualmente!
 
Yo las estiro siempre con el rodillo apoyado en dos piezas de madera iguales, para que queden todas iguales de altura y bien lisas.
 
En este caso fui estirando las masas y cortándolas con cortapastas redondos, cuadrados y de corazones de distintos tamaños.
 

Para hacer galletas de dos colores, tenemos dos opciones: una es cortar una galleta de un color, y luego hacer una galleta más pequeña de otro color y simplemente ponerla sobre la grande antes de hornearla (por ejemplo, la del corazón rojo sobre la galleta cuadrada de cacao).
 
La otra es cortar una galleta, y con un cortador más pequeño, quitarle un trozo. Podemos hacer una galleta exactamente igual de otro color y rellenar el hueco, o simplemente dejarlo tal cual, quedan también muy originales.
 
Es importante hornearlas sobre una chapa o la bandeja del horno, y no sobre la rejilla (aunque sea con silpat), porque siempre quedan un poco marcadas.
Las metemos al horno precalentado a 180º, unos 10 minutos. En cuanto se empiecen a dorar los bordes, podemos sacarlas.

Las ponemos a enfriar en una rejilla.

Si decidimos decorarlas con glasa, es importante que enfríen bien antes de empezar.


Para hacer la glasa necesitaremos dos ingredientes básicos: clara de huevo (mejor si es pasteurizada, las venden en Mercadona o Alcampo) y azúcar glas.

También podemos añadir una pizquita de cremor tártaro, si tenemos, pero no es indispensable.

Batimos ligeramente la clara, añadimos la punta de una cucharilla de cremor tártaro y vamos echando poco a poco el azúcar glas, removiendo continuamente y viendo como va espesando poco a poco.
Yo esto lo hice a mano, pero puede hacerse con batidora de varillas.

Para decorar estas galletas necesitaremos una textura de glasa densa, casi como una pasta dentífrica.
Una vez está lista la glasa, la separamos en diferentes cuencos y añadimos los colorantes (utilicé en gel) para conseguir los colores que queramos.


Ponemos la glasa en biberones de cocina o en mangas con boquilla.... y a  decorar!

Es súper entretenido decorarlas, sobre todo si vais improvisando en cada una, para que no se haga demasiado repetitivo (aunque en este caso las decoré todas con puntitos, que me encanta como quedan).

Ahora que veo las fotos se me ocurre que decoradas con chocolate blanco o con leche seguro que también están muy buenas, tengo que probar para la siguiente vez.

Y por último os dejo una foto de las galletas para las que hice la masa de estos colores: un lindo gatito en una noche estrellada de luna llena.
Me encantó este dibujo, que pena que sólo le sacase un par de fotos. Habrá que repetirlas, ¿no?